jueves, 13 de septiembre de 2007

Quilapayún

A mi parecer no hay que pertenecer a ningún partido político ni tener un credo especial para vivir y sentir la potencia y la emoción de quienes sienten realmente propia la lucha ciudadana de los desposeídos. La consigna del “pueblo unido jamás será vencido” no pasa de moda y me parece que dentro de todo, no tiene colores. Y aunque hoy se postula que el concepto de ciudadanía, de pueblo, de poder civil está en decadencia, creo que ese sentimiento colectivo y popular vive –muchas veces en sumisión silenciosa- dentro de cada uno de nosotros.

No es necesario ser obrero para sentir el clamor popular de la gente que exige atención, que exige calidad de vida, que pide a gritos condiciones dignas.

Y cuando sale un cura hablando de sueldo ético, siendo que vive a toda raja, que no pasa hambre y que en el fondo sólo aparece en la tele pa que la gente no se olvide que aún existe esa súper iglesia católica al rescate de los pobres, dan reales ganas de ir a tirar piedras a la catedral.

¿Creen que por ser pobres, son tontos? O sea, estamos hablando de niños que pasan frío, hambre, que no tienen educación! Y los políticos se apropian del tema, y la comisión contra la pobreza y Lavín que sale al baile, y Piñera que esta a favor del fideicomiso ciego…pfff…DE QUE ESTAMOS HABLANDO!

País de mierda. Se jactan de todo. Miran por sobre el hombro a los demás países Latinoamericanos, siendo que en la mayoría de nuestros países vecinos hablan mejor que nosotros, tienen mejor educación y son mil veces más cultos. Ah! Pero son pobres. Entonces no valen nada. Entonces a quién le importa…

Chile, el jaguar. Pura imagen país. La mierda más grande.

Cuando un teatro lleno insiste en gritar que el pueblo, unido, jamás será vencido…es porque existe mucho más que la bolsa de comercio, que el precio del cobre…

Cuando un teatro lleno insiste en recordar a sus seres queridos que cayeron en manos de asesinos poderosos pero incultos….es que aún hay una herida abierta en el país.

Cuando un teatro lleno vibra con canciones que ya poco tienen que ver con el momento actual del país…es porque se sigue mirando hacia atrás. Porque no se olvida. Porque no debe haber olvido.

Los viejos de Quilapayún lo pasaron bien e hicieron vibrar a la gente que repletó el Caupolicán. Pero la segunda lectura es fuerte, es dura, es real y existe en todos nosotros.

Son canciones, instrumentos y música que suena. Pero en el fondo, son lágrimas derramadas. En el fondo es miedo. Y más que miedo, mucha rabia.

Y da pa pensar….

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