miércoles, 8 de abril de 2009
Ohhhh Yeahhhh!!
Ganarme las entradas al concierto de Kiss, el pasado viernes 3 de abril, gracias a un sorteo de la tercera, fue una sorpresa que jamás me esperé. Mis gustos musicales distan mucho del sonido estruendoso de estos vejetes del rock, pero aún así acepté la invitación. Sin embargo, pensé que lo correcto era entregar el beneficio a personas que realmente lo disfrutaran. Le pasé las entradas a Daniel, mi pololo, y él invitó a Ignacio, uno de nuestros mejores amigos.
A cambio, les pedí que escribieran un breve texto para compartirlo con todos.
Acá va la nota sobre Kiss, escrita por Ignacio Navarro.
Sin muchas expectativas íbamos dos personas al concierto de Kiss.
Nunca me han llamado mucho la atención esos grupos de música que se pintan la cara o que hacen alguna cosa inusual para captar espectadores o fanáticos, pero la opción de ir a verlos y rockear un rato, un viernes por la noche, no podía dejarla pasar.
En el metro y en la micro nos topamos con una multitud de gente pintada, personas de distintas edades que fluctuaban entre los 3 y los 50 años, un rango muy amplio de edad para ser fanáticos de una banda que saca la lengua y usa botas con terraplén.
Llegamos a un remodelado Estadio Municipal de la Florida, en el que el miedo a que te asalten esos extraños seres disfrazados, camino al baño, era superado por el entorno: nueva infraestructura, estructuras de concreto armónicas y una buena iluminación.
Después de los teloneros -un grupo musical bien intenso que tocó covers de Iron Maiden-apareció por fin Kiss, y todo de ahí en adelante fue una sucesión de eventos y magia inesperada.
Toda la puesta en escena seguía un trasfondo, y cada personaje estaba excelentemente resuelto. La vestimenta y el sonido no podían ser mejores y la comunicación entre los músicos, al igual que con el público, fue mística y llena de fuerzas, con una onda muy "pro-love".
En cada solo que se hacía había un despliegue de creatividad por parte de los músicos que se veía también reflejada en el aporte pirotécnico sobre el escenario. Salían fuegos artificiales de todas partes, de las guitarras y del escenario. En un momento, el vocalista principal salió volando por sobre el público, atravesando los cielos y llegando a la torre de control, en medio de toda la gente. El loco siguió cantando, tocando guitarra frente a un público realmente eufórico ante un show de calidad internacional.
Para nosotros, el momento más memorable fue cuando tocaron su conocida canción "Rock and roll all night". Dejaron salir billones de trozos de papel al cielo que volaban como mariposas en la oscuridad, movidos por el calor que el público arrojaba de tanto saltar y cantar.
Tengo que decirlo, fue un espectáculo inigualable desde cualquier punto de vista. Kiss es un grupo que disfruta lo que hace. Son músicos viejos que han aprendido a satisfacer a un público fiel. Sin lugar a dudas, fue una oportunidad única de ver a un grupo sólido, maduro y lleno de atributos que a cualquier persona podrían cautivar.
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